Fuga y metamorfosis

Cierro mis ojos como abanicos
y me tumbo sobre mí misma.
Mi voz me mira y me dice
que de noche todo es negro.

Los olores son negros.
En mi boca brota un musgo oscuro
y mis palabras saben a tierra húmeda.
Las estrellas están lejos 
y uno mismo también es negro.

Me gusta mirarme.
No sé dónde empiezo
y dónde acabo.

Sólo cuando la frontera de la propia piel se difumina
se nos permite ser fugitivos
de nosotros mismos.

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