Necesito invertirme
para poder entrar
en mi misma.
Todas las ventanas están abiertas
y el frutero está en llamas.
La televisión flota en la habitación
y el barco de vela ha encallado entre los muebles.
La ropa duerme detrás del armario.
Tú, inmóvil bajo la silla
me preguntas por qué
los encuentros con uno mismo siempre
terminan en desencuentro
o por qué
es tan
difícil
encontrar un mínimo atisbo de realidad
dentro de sí.
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